Por: Marcel Guzmán de Rojas Wesner
Vivimos un mundo permanentemente conectado. Esto puede ser dañino para nuestra salud física y espiritual. Con un poco de cuidado, disciplina y responsabilidad podemos evitar los riesgos para nosotros y nuestros hijos.
Evitar la conectividad, no usar teléfonos inteligentes, Facebook y la Red no es factible, pues estaríamos desaprovechando sus beneficios. Es necesario estar consciente de los riesgos y adoptar conductas de uso que los eviten.
Hay estudios que exponen los riesgos del exceso de conectividad. Este artículo publicado en Newsweek es interesante, está bien escrito y tiene fuentes de alta reputación, se los recomiendo:
Pero, no es necesario recurrir a estudios de prestigio para darnos cuenta de los riesgos. Basta con ir a un café y observar la conducta moderna. Somos pocos los que nos tomamos un café y conversamos con los que nos acompañan sin tocar el teléfono. Podemos ver a gente sentada en la misma mesa que en lugar de mirarse y conversar, están mirando sus teléfonos y tienen sus dedos sobre el teclado. Este es un riesgo social elevado, pues estamos como raza humana perdiendo poco a poco la capacidad de socializar.
Comencé este artículo mencionado la responsabilidad. Es nuestra responsabilidad enseñar a nuestros hijos a vivir bien. En consecuencia debemos abordar el tema de los mensajes de texto y de Facebook, cuando estamos en la mesa. Yo pienso que en la mesa no se debe tocar Blackberry, iPhone, iPod, Android, … La mesa está para disfrutar la comida y conversar, este es un excelente tema para debatir en la mesa. No hay mensaje urgente que no pueda esperar un par de horas para ser contestado, ni de nuestros amigos ni de nuestros jefes. Contestar un mensaje al jefe mientras estamos conversando con el cliente es una falta de respeto al cliente, en mi opinión. Si compartes esta opinión, compártela con tus hijos.
Los videojuegos son otra fuente de riesgo. Divertirse un rato con los video juegos (en computadora, Xbox, Playstation, Nintendo, iPod, etc.) es sano y divertido. Pero es necesario poner límites, pues es necesario educar a nuestros hijos y a nosotros mismos a encontrar otras maneras de diversión, en especial las que implican socializar en la realidad y físicamente. El contacto físico con las personas es fundamental para la humanidad. Este contacto evita que entremos en depresión, practicamos permanentemente la comunicación y la expresión de nuestros sentimientos. El exceso de video juegos tiene también impactos negativos en nuestro estudio y trabajo. Los que juegan demasiado no tienen oportunidad de sobresalir profesionalmente, simplemente porque les falta tiempo para aprender (tanto a estudiantes como a profesionales).
Las redes sociales tienen idénticos efectos a los video juegos, pueden consumir mucho tiempo limitando y hasta eliminando el tiempo que todo ser humano necesita para aprender a lo largo de su vida.
La posibilidad de responder inmediatamente cualquier mensaje, por SMS, chat de Facebook, WhatsApp, etc., altera en poco tiempo nuestra personalidad y conducta. Por un lado perdemos la capacidad de concentración, lo que impide que enfrentemos adecuadamente problemas complejos, podamos estudiar temas complejos. Por otro lado parece que se “recablea” el cerebro para actuar inmediatamente. Aparentemente esto produce depresión, irritabilidad y otros problemas emocionales.
Aquellos asuntos que requieren un elevado nivel de abstracción necesitan largos períodos de concentración. Observo que mucha gente ha perdido la capacidad de abstracción, es muy difícil comunicarles un modelo abstracto y que hagan algo útil con ello. Hace 15 años era mucho más fácil hablar en términos de modelos que hoy.
La sociedad moderna ha logrado ofrecer educación universitaria a mucho más gente que hace 15 años. En consecuencia se espera que se nivele la capacidad productiva de la gente, es decir que muchas más personas tengan las mismas oportunidades. Pero extrañamente, con todo este acceso a la información en Internet, libre y gratis, las oportunidades de “alto nivel” siguen en manos de una elite. Las conexiones sociales explican parte de este efecto, pero una parte muy grande de las oportunidades de “alto nivel” no se llenan mediante conexiones sociales.
Hay un grupo “elite” de personas que son más competentes. Una de sus importantes competencias es poder mantener altos niveles de concentración durante periodos extendidos. Para unos pocos es un don natural, para la mayoría es sencillamente práctica y disciplina. La atención a los SMS & Co. no permiten desarrollar esta aptitud.
Por otro lado, Internet y la conectividad permanente ofrecen grandes ventajas: Nos brinda acceso a información que de otra manera no tendríamos, lo que nos permite aprender permanentemente a lo largo de nuestras vidas. Nos permite interactuar con la familia y amigos, de formas que antes eran imposibles, lo que nos hace más felices y evita la depresión. Nos permite actuar con nuestros clientes y colegas, lo que nos hace más productivos y competitivos.
El anterior párrafo es totalmente contradictorio al resto del artículo. ¡Así es Internet para el ser humano, contradictorio!
Es posible aprovechar en nuestro beneficio Internet y la conectividad permanente evitando al mismo tiempo los riesgos. Algunas estrategias para evitar los riesgos:
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